2 de mayo de 2008

¿Acelerada yo?

Tras hacer una caminata a paso veloz por la Av. Santa Fe en búsqueda de un cd para regalar, una amiga me dijo algo que me quedo retumbando. No fue la primera vez que me tildaron de acelerada pero ésta vez fue distinto, hasta ahora no lo había visto como algo negativo, tampoco como algo positivo. Tal vez lo veía como una característica de mi forma de ser a la que estaba atada, de lo que no podía escapar, pero ésta vez fue distinto. La manera en que me miro y me lo dijo, como si lo escupiera, y se sacara algo que le carcomía. No con mala intención, eso no lo dudo, pero sí con un poco de énfasis en lo negativo de ésta faceta de mi persona.

Pero ésta vez fue distinto; acelerada había sido una de las características con las que siempre me había descrito a mi misma, con la idea de reflejar mis ansías de querer hacerlo todo, hacerlo todo ya. Mis ganas insaciables de que los días fueran más largos para poder estudiar ingles, hacer el curso de fotografía, ir a la facultad, trabajar y no descuidar a mis amigos. Mas lamentablemente los días tienen tan sólo veinticuatro horas, veinticuatro horas que no me alcanzan, que se quedan cortas para mi demanda de tiempo. Esa es mi razón de ser acelerada, quiero todo ya, quiero poder hacer todo lo que quiero ¿Es mucho pedir de mi parte? Posiblemente algunos crean que sí...

¿Pero aquella descripción que hizo mi amiga de hace tan sólo dos meses es objetiva o subjetiva? Podríamos decir que es objetiva porque no me conoce tanto como para dejarse influenciar por mis actitudes, pero de la misma forma podríamos decir que es subjetiva, ya que no me conoce al cien por ciento, conoce sólo una parcialidad de mi forma de ser. Por lo tanto, ¿Por qué razón fue como un golpe bajo que me haya dicho que me estreso demasiado, que soy acelerada? A ciencia cierta, creo que dolió el hecho de que me tildara tan fácilmente, quizás prejuiciosamente, o que haya desenmascarado ese rasgo mío tan rápidamente. Me decía que por qué el apuro y mis respuestas no le parecían válidas. ¿Pero para quién son válidas más que para mí? No la culpo si eso es lo que vio en mí, ni mucho menos por sincerizarse conmigo, es más admiro la valentía que eso implica.

De igual manera a muchos les resulto agobiante, mi forma de ser, de moverme de aquí para allá, queriendo solucionar todo ya, hablando al mejor estilo Pinti (a mil por hora), y mis ganas de querer hacer siempre cosas nuevas. Son cosas que no todos pueden comprender, que no todos soportan. Agobiante, eso resulto ser para los más pasivos, ésos que disfrutan del silencio, que pueden pasar el tiempo sin hacer o decir algo. Yo no, yo necesito vaciar esos espacios en blanco, como si el tiempo fuera una libreta en blanco que tiene que ser escrita. Mas no me malinterpreten, amo la soledad en cuanto sepa que tiene un final, el poder sentarme en el pasto bajo el sol a leer un libro, yo y solamente yo. Poder conversar con mi alma, reflexionar, pensar… mientras esa soledad tenga un final.

Atolondrada, un sinónimo que utilizan algunos cuando acelerada no les viene a la cabeza para describirme. Lo sé, ya lo entendí, soy así, y no es que no me preocupe, pero tampoco está en mi lista de prioridades cambiarlo, no soy perfecta, eso lo tengo muy claro.

Como ya dije, no es la primera que me lo dicen, pero ésta vez fue distinto, sí fue la primera que lo hizo en un tono preocupado, alarmado, como si fuera un problema que resolver. ¿Implica realmente un problema para mí? Es sólo un reflejo natural de querer hacer muchas cosas en poco tiempo, de sentir que la vida no es lo suficientemente larga para todos los planes que tengo en mente. Un acto reflejo de mis metas.

Si hacemos un poco de retroceso en el tiempo, me gustaría aburrirlos con la primera palabra que dije de niña; “taramí” (la forma ensamblada de las frase “para mí”). Quizás suena un poco avaro que una beba de algunos meses diga algo tan propio del señor Harpagón en vez de “papá” o “mamá”, pero desde pequeña demostré mis ansias de conseguir lo que quería. Por supuesto, esto a mis padres les acarreo un trabajo mayor, el de que su hija no se vuelva una caprichosa, y eso sí puedo afirmar que no lo soy, para nada, o por lo menos eso creo. Pero la idea iba en que esa fue mi primer palabra, sin ir más lejos una de mis frases celebres de niña era “yo solita”, que reflejan nuevamente, mis ganas de hacerlo todo, y yo sola, no en el sentido de soledad, sino en el sentido de autonomía, de independencia.

Si nos remitimos a la fecha en que comencé a hacer uso de mis piernas, mi abuela siempre cuenta que a los diez meses ya corría, y en el jardín ya quería estar en el colegio… evidentemente soy acelerada de nacimiento, ¿Podré alguna vez revertir ésta situación?


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1 comentario:

non!* dijo...

Y yo que no te conozco casi, ahora sé que sos (o te describís como) acelerada. =P
La próxima que el destino quiera que nuestros pasos se junten por un rato te tiro la frase "vos sos así de acelerada siempre?" para que te deje pensando! =P
No creo que esté mal vivir queriendo terminar todo lo que empezás, y empezando todo lo que te gusta. El problema es que, como planteás, el tiempo es poco. Realmente es poco. Y un poco de apuro nunca viene mal... siempre que puedas hacerte un espacio para vivir.
Eso creo jajaja.
Besos, nena, y seguí con tu curso de fotografía, de inglés, con la facultad y el trabajo hasta donde te sientas bien... Que ahora que sos joven tenés que aprovechar el tiempo! (non hablando como vieja :P)

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